En toda organización el liderazgo cumple un rol central: debe orientar, coordinar y generar condiciones de confianza para el trabajo colectivo. Cuando esto falla, no se trata simplemente de un problema de estilos personales, sino de un liderazgo disfuncional que afecta directamente el clima laboral, la salud de los equipos y la calidad del servicio que se entrega a la ciudadanía.
¿Qué entendemos por liderazgo disfuncional?
Un liderazgo se vuelve disfuncional cuando en lugar de favorecer la colaboración y el respeto, genera dinámicas de tensión y desconfianza. Sus principales rasgos suelen ser:
- Hostilidad hacia la organización sindical o gremial, transformando las diferencias en conflictos innecesarios.
- Falta de comunicación clara y oportuna, acompañada de instrucciones ambiguas que dejan espacio a la interpretación y se utilizan como una forma de control.
- Uso de sanciones como herramienta de presión, en lugar del diálogo y la coordinación.
- Desgaste institucional, ya que las energías de los equipos se concentran en enfrentar conflictos internos en vez de cumplir la misión de la institución.
Consecuencias en el trabajo institucional
El resultado de este tipo de conducción es una organización fragmentada, con procesos ralentizados y funcionarios desmotivados. Los equipos se sienten vigilados en lugar de apoyados, y se instala un clima de inseguridad que impacta directamente en la calidad del servicio público.
Además, un liderazgo disfuncional suele alimentar una imagen negativa hacia el exterior, afectando la reputación de la institución y debilitando la confianza de la ciudadanía.
El rol de la Asociación
Como AFUCNED creemos que visibilizar estas prácticas no es un acto de confrontación, sino un deber de transparencia hacia los propios funcionarios y hacia la sociedad. El respeto, el diálogo y la probidad son pilares del servicio público que no pueden verse erosionados por estilos de liderazgo que priorizan la imposición sobre la colaboración.
Nuestra misión es seguir trabajando por una institución en la que prime el respeto mutuo y la construcción conjunta de soluciones. La defensa de la dignidad de los funcionarios no es negociable: es la base de un trabajo público íntegro y comprometido con el país.